
La mujer de 44 años pasó gran parte de su vida en Bariloche donde dejó una interesante impronta en Educación. En los últimos 10 años había migrado hacia San Luis y Florida, donde su actual pareja y padre de su hijo, les habría quitado la vida para luego suicidarse.

(VDM Noticias) El femicidio de Daniela Carco en Vicente López conmociona a la comunidad académica y de organizaciones sociales de Bariloche: la mujer de 44 años que fue hallada muerta junto a su hijito de 7, vivió muchos años en esa ciudad y dejó huellas entre quienes la conocieron personalmente y trabajaron con ella.
Entre los años 2008 y 2012 logró instalar la Universidad para Adultos Mayores Integrados (UPAMI) de la Universidad Nacional del Comahue como una alternativa atractiva para ese sector con una diversidad de talleres que tenían la mirada puesta en la autonomía de las personas, el disfrute, la solidaridad y la idea de que el aprendizaje nunca se detiene.
Cuando terminó su trabajo en UPAMI, Daniela se instaló en San Luis capital con su hija mayor, Rocío, para iniciar una nueva vida junto a Eduardo Cáceres, un hombre de 44 años al que conocía desde su adolescencia, con quien tuvo su segundo hijo, y quien hoy está señalado por el femicidio y femicidio vinculado seguido de suicidio.
Fue Payamédica del hospital Ramón Carrillo, defensora de los derechos de las mujeres, las minorías y de cualquier sector social vulnerado. Abrazó muchas causas con fuerza, con un compromiso que orientaba a la transformación.
En la Universidad Nacional de San Luis, logró terminar la carrera de Comunicación Social y recibirse en 2019. Desde esa institución recordaron algo muy distintivo en ella: su sonrisa y su alegría arrolladoras.

«Fuiste estudiante, trabajadora y madre. La sonrisa la llevabas como bandera. Hoy, tu femicidio y el asesinato de tu hijo nos estremeció, nos enmudeció, nos dejó un nudo en la garganta, pero también las ganas de seguir profundizando el grito de ni una menos. La FCH está tremendamente acongojada y dolida; te despide con la convicción de buscar justicia y sostener el lema nunca más», expresaron en un comunicado en redes.
Según se puede reconstruir a través de su muro y con personas allegadas, la familia se habría instalado en la ciudad de Florida, en el partido de Vicente López, en el año 2020 (presuntamente antes del inicio de la cuarentena).
La mujer actualizaba su muro de Facebook periódicamente. Siempre con fotos familiares y, principalmente, con sus dos hijos. Tenía posteos para promocionar talleres de escritura que daba en la casa donde ocurrió el crimen y clases de acompañamiento pedagógico para alumnos con dificultad en el aprendizaje.
Ninguna de las cosas que compartía permitían intuir que no estaba pasando un buen momento, ni que Rocío ya no vivía con ellos, aparentemente por el maltrato y la violencia física y psicológica que él ejercía sobre ella.
Su muerte fue la peor forma que se podía esperar para una mujer lúcida y batalladora como ella. Tal vez por eso, quienes la conocieron, no salen de su conmoción.